La respuesta a "¿qué impacto tiene este problema en tu vida?" te permite comprender cómo afecta a tus relaciones, proyectos,  actividades cotidianas y bienestar. Esta reflexión ayuda a priorizar qué aspectos necesitan atención inmediata y a definir objetivos claros para mejorar tu calidad de vida. Además, da una visión más concreta de cómo el problema se manifiesta, facilitando el diseño de un plan terapéutico adaptado a tus necesidades reales.

Responder a "¿Cómo sería tu vida si este problema desapareciera?" es clave porque te conecta con tus deseos y valores más profundos, permitiéndote imaginar una versión más plena y satisfactoria de tu vida. Esta pregunta abre la puerta a la esperanza y al cambio, enfocándote en lo que realmente importa. Implica identificar metas claras y te motiva a trabajar hacia un futuro en el que puedas actuar libremente, sin las barreras que ahora te limitan.

Responder a "¿Qué barreras interfieren en esa vida que deseas?" te permite identificar lo que te está frenando. Algunas de esas barreras estarán bajo tu control, mientras que otras no. Juntos trabajaremos sobre aquello que puedes cambiar, ayudándote a avanzar hacia la vida que realmente quieres vivir.

El mayor predictor del cambio, en mi experiencia, es cuando la persona comienza a hacer cosas diferentes. Este paso marca un antes y un después en cualquier proceso terapéutico. Es el factor común en todos los casos: cuando aparece, sé que algo importante está a punto de suceder.

Mi experiencia como terapeuta me dice que los pacientes con síntomas de depresión y ansiedad suelen notar cambios significativos en las primeras sesiones, especialmente a partir de la tercera o cuarta. Aunque cada caso es único y, en ocasiones, se necesitan más sesiones.

La correcta identificación de la problemática, la vida que deseas, las barreras que te frenan y dar los primeros pasos con el apoyo adecuado tienen un impacto muy fuerte en quienes deciden iniciar un cambio.